Comer sano en Latinoamérica es más caro que en cualquier otra región del mundo

Latinoamérica carece de seguridad alimentaria. Las consecuencias son mayores problemas de salud como la obesidad o la desnutrición.
Dieta sana
Imagen de alimentos saludables.Antonina Vlasova / EyeEm/Getty Images

Llevar una vida sana en Latinoamérica no es tan sencillo como parece. Para las personas, tener una dieta balanceada y alejada de la comida chatarra supone un gasto importante. Así lo revela un nuevo informe firmado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que concluye que Latinoamérica y el Caribe conforman la zona del mundo donde es más costoso adquirir alimentos sanos.

El organismo detalla que mantener una dieta saludable para persona en Latinoamérica y el Caribe supone un gasto promedio de 3.89 dólares. La cifra es superior a lo estimado para Asia (3.72 dólares), África (3.46 dólares), Norteamérica y Europa (3.19 dólares para ambas regiones), así como para Oceanía (3.07 dólares).

Entre los países en Latam las diferencias son evidentes. Costa Rica, con un gasto promedio por persona de 4.1 dólares, se ubica como uno de los países de la región en donde es más costoso comer sano. Ecuador está en el extremo contrario con 2.9 dólares.

Por su parte, Colombia, México y Honduras se ubican en la tabla media con 3 dólares, 3.2 dólares y 3.4 dólares, respectivamente.

El costo para acceder a una dieta saludable se vio incrementado a nivel mundial tras la pandemia de coronavirus, cuando la economía y la capacidad de distribución de alimentos en muchos países colapsó.

Asia fue el continente más afectado por la situación, con un incremento de 4% en el costo de una dieta sana, seguido por Oceanía (3.6%) y Latinoamérica y el Caribe (3.4%).


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La revista científica Nature destaca un ensayo previsto para 2023 que busca entender cómo ayudan estos alimentos en la pérdida de peso en personas con obesidad y sobrepeso

Latinoamérica carece de seguridad alimentaria

La FAO destaca que, en el mundo, cerca de 3,000 millones de personas no pueden permitirse una dieta saludable, muchas de ellas ubicadas en Asia y África, aunque Latinoamérica no está lejos de la ecuación. En la región, el 22% de la población no puede acceder a una dieta sana.

El organismo define como “dieta saludable” aquella que “no solo aporta las calorías adecuadas, sino también los tipos correctos de alimentos ricos en nutrientes procedentes de diversos grupos de alimentos”.

Como apunta Lynnette Neufeld,  directora de Alimentación y Nutrición de la FAO, “analizar el coste y el acceso de una dieta sana supone un cambio para reconocer la necesidad de nutrir y no solo alimentar el mundo”.

Para Latinoamérica, las cifras son una alerta sobre la carencia de seguridad alimentaria en la región, problema que se deriva en otros temas prioritarios para el sector salud como la obesidad o padecimientos cardiacos.

La seguridad alimentaria se traduce en establecer las condiciones adecuadas para que todas las personas de una región tengan acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, de suerte que puedan llevar una vida activa y saludable.

Los costos de una dieta sana, ahora revelados por FAO, dejan en evidencia que el grueso de la población en Latinoamérica no tiene los ingresos suficientes para acceder a una alimentación balanceada.

En México, por ejemplo, se estima que el salario mínimo mensual es de 256 dólares, cifra con la que se podrían comprar hasta 80 dietas sanas si el sueldo se dedicara únicamente al rubro de alimentos.

No obstante, esto es imposible si se consideran gastos como educación, salud, vestimenta y esparcimiento que, según la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH), ocupan el 49.3% del gasto de los hogares en el país. Un cambio en la dieta que favorece la economía antes que el valor nutrimental de los alimentos es la consecuencia. 

“En dos países de ingresos medianos altos examinados (México y Samoa), las personas con inseguridad alimentaria moderada consumen un mayor número de alimentos que suelen ser más baratos en relación con las calorías que proporcionan (cereales, raíces, tubérculos y plátanos) y consumen cantidades menores de alimentos costosos (carne y productos lácteos), en comparación con las personas que gozan de seguridad alimentaria. México en particular muestra un descenso del consumo de frutas y productos lácteos a medida que aumenta la gravedad de la inseguridad alimentaria”, destaca la FAO.